Año con año el Cerro del Fortín, cercano a la ciudad de Oaxaca, se engalana con la visita de numerosas personas, llegadas de distintas zonas de la región mixteca, pero también de otras áreas del país y del orbe, para gozar de un festival cultural de enorme relevancia para el panorama cultural oaxaqueño y la preservación de las costumbres y modos de vida de las etnias de nuestro país. Estamos hablando de La Guelaguetza, también llamada como la “Fiesta de los Lunes del Cerro”. En esta gran ocasión, tan esperada en especial por los oaxaqueños, los pueblos indígenas de esta entidad federativa se congregan para convivir y festejar orgullosamente sus costumbres, tradiciones culinarias y múltiples aspectos culturales. Este gran evento se realiza, como desde la primera vez, en 1974, en un teatro al aire libre, el llamado “Auditorio Guelaguetza”, con capacidad para 12,000 personas.
Los turistas nacionales e internacionales, presencian en La Guelaguetza un espectáculo lleno de colorido y con valiosos elementos folclóricos y simbólicos. Por ejemplo, se dice que la palabra “guelaguetza” es un vocablo zapoteca que se deriva erróneamente, de la voz fonética “guendalizá”, que significa “vecindad”, “parentesco” o “amistad”. Tal vez esto parta del hecho de que, en la antigua organización indígena, los zapotecas se consideraban hasta cierto punto como familiares.
En la actualidad la Guelaguetza se realiza principalmente en la ciudad de Oaxaca, cerca de la fecha de celebración de la Virgen del Carmen, esto es, los dos lunes más próximos a la fiesta dedicada a esta advocación católica, el 16 de julio. Pero también, cuando el primer lunes coincide con el aniversario de la muerte de Benito Juárez, las actividades se postergan una semana y se desarrollan entre el 25 de julio y el 1 de agosto.
Cada vez que se realiza La Guelaguetza se consigue una gran aceptación por parte del público asistente. Cada baile tradicional y danza indígena se efectúa en un marco de colorido, orgullo y entusiasmo. En el ambiente se escuchan los acordes de la música de banda, tríos de cuerdas y alegres tamborazos. Vistosos resultan bailes como los de Miahuatlán, los Diablos de Tecomaxtlahuaca, la Danza de la Tortuga, la Danza de la Pluma, el de la Flor de Piña, la danza de la Flor de Liz, etc. El espectáculo finaliza con la presentación de las putlecas de Villa de Guerrero, bellas y alegres en sus animadas coreografías. Tras esta muestra de folclor y baile, los asistentes son obsequiados con antojitos típicos de la gastronomía oaxaqueña, como las tlayudas, los tamales, el pan de cazuela, el atole y el chocolate.