Como una manera de explicar los fenómenos naturales de su entorno, los mayas antiguos desarrollaron un universo imaginario, poblado por seres divinos y criaturas sobrenaturales. A estas entidades se les atribuyó el poder de gestar todas las cosas que existen en el mundo: tanto los objetos materiales como las fuerzas espirituales. Muchas de estas deidades eran polivalentes, es decir, mostraban características positivas y negativas; también eran polifacéticos, esto es, capaces de asumir diferentes formas, además de perfilarse como ubicuos y onmipresentes.
Ante la complejidad y vastedad del panteón maya, en los inicios del siglo XX se planteó un sistema para identificarlos a partir de su representación en códices y utilizando una de 15 letras mayúsculas para efecto de nombrar a cada uno de los dioses mayas. En lo que sigue mencionaremos a algunos de ellos.
Dios L
Aun cuando se desconoce el nombre de este dios, se sabe que estaba asociado a la noche, al mundo de los muertos, al planeta Venus cuando no se le puede ver, al comercio, a la muerte y al instante último antes de la creación del universo. Tiene rasgos de anciano, orejas de felino y a veces, partes del cuerpo teñidas de negro. Lleva siempre un exótico sombrero con plumas de ave.
Dios K
K’awiil, era el dios de los linajes celestiales. Tenía el cuerpo de un ser humano, pero con una pierna en forma de serpiente, vírgulas en los ojos, una larga trompa reptilesca llena de molares y un colmillo largo y vistoso. En la frente siempre lucía un espejo. Estaba relacionado con la nobleza, las semillas, los relámpagos, la fertilidad y la germinación de las plantas. Era el centinela de la vida y de los cuatro rumbos del universo.
Dios A
Se le llamaba Yum Kimil, era el señor de la muerte. Se le representaba con la imagen de un cuerpo humano semi-esquelético o también evidenciando signos de putrefacción, como el vientre hinchado, emanaciones de fétidos aromas, puntos y zonas corporales oscurecidas que señalaban la descomposición de su carne, pulseras o collares integrados por cascabeles con forma de ojos con las cuencas vacías y un curioso tatuaje similar a nuestro signo de porcentaje (%), ya sean en la faz o en el cuerpo.
Dios M
Ek’Chuak, era su nombre. Se trataba de la deidad de los comerciantes. Estos últimos lo veneraban en las noches, en medio de las solitarias rutas. Era el dios del corazón del mundo, justo donde arde el primer fuego. Las representaciones más habituales lo perfilan como un joven o un anciano con el cuerpo teñido de negro, cola de escorpión, labios grana y una prominente nariz. Lleva en su espalda el típico bulto que portaban los comerciantes y se apoyaba en un bastón o una lanza.