Si bien comer insectos no es altamente popular en las grandes urbes mexicanas, su consumo es una tradición antigua y arraigada en muchas comunidades indígenas. Sabrosos, ricos en proteínas y presentes en una variedad gigantesca de platillos ¿Te atreverías a experimentarlos..?
Aunque cada 8 de 10 animales es un insecto, poco sabemos sobre ellos. En general, se culpa a la tradición europea de haber denostado el amplio consumo de insectos que se realizaba y se sigue realizando en las comunidades indígenas, ya que injustamente fue considerarlo un hábito incivilizado y sucio, incluso falsamente vinculado a la pobreza. Aquel estigma infelizmente ha persistido en las ciudades hasta la actualidad.
No obstante, poco a poco el estigma se ha ido derrumbando, en los últimos años han proliferado estudios que reivindican el valor nutricional, e incluso medicinal, del consumo de ciertos insectos. En México existen aproximadamente 504 especies de insectos comestibles, por lo que conocer más sobre esta posibilidad gastronómica puede ser un verdadero proyecto de viaje.
Prácticamente en todo el país se consumen insectos. A continuación te presentaremos algunos de los deleites más populares:
En el estado de Guerrero, en las cercanías de la bella ciudad colonial de Taxco, todos los años, el lunes siguiente al día de muertos, las comunidades suben al cerro del Huixteco, con el objetivo de encontrar el denominado jumil sagrado (chinche de monte). Los pobladores buscan estos insectos, se los comen y los reverencian. La razón de esta búsqueda es, según las leyendas populares, la supuesta reencarnación de los antepasados en los bichos, por lo que comerlos implica reincorporar las almas perdidas al cuerpo humano. Los jumiles o las chinches, con consumidas en Morelos, Estado de México, Hidalgo, Veracruz, Guerrero, Puebla, San Luis Potosí, Jalisco, Oaxaca y Querétaro.
También destaca en el centro de México el consumo de escarabajos, sobretodo aquellos que pertenecen al orden coleoptera, pero son popularmente conocidos como chahuis o xamoes, estos insectos se alimentan básicamente del árbol del mezquite. Los chahuis deben tostarse bien, pues de otro modo conservan un sabor amargo. Son especialmente apreciadas sus larvas.
Por otro lado, es altamente popular la hormiga Atta , conocida en Oaxaca como chicatana. Generalmente se come a la hembra. En Chiapas se llaman nucú y es la de mayor tamaño; el macho un poco más pequeño es llamado bitú, o viento, porque aunque tiene inflado el abdomen, siempre está hueco. En Oaxaca no se hace distinción entre si es macho o hembra. La hormiga reina sirve para platillos culinarios en varios estados del sur, como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Hidalgo, Yucatán. Según la región, la hormiga Atta se cocina asada, frita, en botana, en salsa picante, en salsa de tomate, con guaje y sazonada con sal y limón.
Qué decir de los escamoles, conocidos, por su fino sabor como el caviar mexicano. Este sofisticado platillo se compone de larvas de la hormiga Liometopum apiculatum, muy apreciadas en Guanajuato, Hidalgo, Puebla de Zaragoza y Tlaxcala, en México. Los escamoles se comen fritos, con mantequilla y epazote, en mixiote, en mole, en barbacoa, con huevo, entre otras maneras. El precio de los escamoles es elevado porque sus nidos se encuentran bajo la tierra, a varios metros de profundidad, principalmente en la base del maguey, en las nopaleras o junto a los árboles de pirul.
Destaca también el consumo del gusano de maguey (Acentrocneme hesperiaris), la larva de una mariposa, que crece principalmente en las pencas y raíces del maguey. Esta delicia culinaria se come frita y tienen un altísimo valor proteínico. Además los insectos pueden aportar a la dieta humana vitaminas, minerales y grasas.
Estos son tan sólo un pequeño recuento de insectos comestibles en México, pero la lista es inmensa, así que cuando visites alguna comunidad indígena, pregunta qué se habitúa comer en la zona.