Quien arriba a Yucatán debe de tomar una interesante decisión. Escoger entre dos opciones para satisfacer sus necesidades turísticas: el entorno natural de este estado de la República Mexicana o la mucha riqueza cultural con la que cuenta. La elección que ha de hacerse es sencilla: conseguirlas ambas y recibir la mejor experiencia en ello, es posible, porque Yucatán cuenta con tantos aspectos valiosos, tantas opciones viajeras, ecoturísticas y culturales y a distancias tan cortas entre una maravilla y otra, que se hace fácil gozar de todo ello, en la misma travesía.
La historia de Yucatán está integrada por tres etapas muy significativas: la prehispánica, la colonial y la moderna. Cada una de las cuales ha otorgado a esta entidad del sur del país, una riqueza y pluralidad cultural de enorme valía y un legado derivado de siglos, manifestado en pirámides, edificios palaciegos, juegos de pelota, catedrales, haciendas, complejos conventuales y grandes haciendas.
Por otra parte, el entorno natural yucateco ha servido como crisol de un mundo silvestre distinto y particular en el territorio mexicano, con una notables diversidad de ambientes costeros y selváticos, un fascinante universo subterráneo, el cual abarca desde las regiones playeras hasta los esteros y manglares; de los cerros a los cenotes y grutas enigmáticas.
Todos estos ámbitos naturales eran y son interpretados como sagrados por los mayas, quienes fundamentan la relación del ser humano con los espacios silvestres, en el conocimiento del medio ambiente y su utilización responsable y sustentable.
La gran mayoría de las dinámicas cotidianas de los mayas estaban signadas por ofrendas y rituales, que ponderaban la veneración de las distintas deidades que favorecían los dones de la naturaleza. Ejemplos de ellos los tenemos en el Dios del Maíz, el Dios del monte Yum K’ax, dueño de los animales o el Dios de la Lluvia, Chac, y en conjunto la naturaleza toda.
Precisamente, con este mismo respeto y admiración, los mayas de hoy, cuidan sus playas, selvas, parques y reservas naturales, siendo las más importantes de ellas, la Reserva del Palmar y la Reserva de Dzilam, estas dos localizadas en la costa, así como también, los parques naturales de Dzibilchaltún y Kabah.
Ahora bien, el asentamiento de mayor tamaño en la costa yucateca es la ciudad de Progreso, localizada a unos treinta kilómetros de la capital Mérida y las comunidades costeras más grandes son Telchac, rumbo al oriente y Sisal y Celestún en la zona costera poniente. Desde cualquiera de estos puntos se puede ingresar a las playas más bellas del sureste de nuestro país.