Deseamos recomendarles un sitio arqueológico muy interesante, que destaca de entre los muchos con los que cuenta el Estado de México. Se trata de Tenayuca, un yacimiento prehispánico que atesora construcciones antiguas de gran relevancia, en un entorno donde aún perdura un poco del misticismo en el que se desarrollaron las culturas mesoamericanas.
Visitar Tenayuca es una garantía de satisfacción para todos aquellos quienes se sienten atraídos por la historia de México y su vasto acervo arqueológico. Existen muchas razones por las cuales vale la pena explorar el territorio nacional y en especial el Estado de México, desde la perspectiva del turismo cultural. Tenayuca, con sus valiosos antecedentes históricos y admirables edificaciones, constituyen una de tales sugestivas razones. Se piensa que
Tenayuca fue la primera capital del imperio chichimeca en la región de la Cuenca de México. El significado de Tenayuca es “sitio amurallado”, y también recibía el nombre de Oxtopolco, es decir, “lugar de las muchas cuevas”, seguramente evocando las grutas que se localizan en el cerro del Tenayo. Ysi bien Tenayuca estuvo habitada desde el Clásico, su esplendor se dio en el Posclásico, cuando lograron dominar buena parte de lo que hoy es el Estado de México, Tlaxcala, Puebla, Morelos e Hidalgo.
Para visitar Tenayuca hay que acudir a la plaza central del pueblo de San Bartolo Tenayuca, en Tlalnepantla, Estado de México, a no más de 10 kilómetros de la Ciudad de México. Tenayuca cuenta con un Museo de Sitio que abre de martes a domingo de 10 am a 5 pm.
Las construcciones más importantes del sitio arqueológico de Tenayuca son: la Pirámide, producto de ocho distintas etapas de edificación y en la cual destaca una escalera doble, que antiguamente llevaba a un par de templos, cada uno de los cuales estaba dedicado a una deidad diferente. Algunos de los escalones exhiben motivos ornamentales grabados: banderas, escudos, chalchihuites y cuchillos; los Altares, diminutos adoratorios con una serpiente de fuego (xuihcóatl), símbolo relacionado con el fuego nuevo y los ciclos cósmicos de 52 años; la Muralla de Serpientes, hileras de serpientes esculpidas en piedra, que rodean la Pirámide por tres de sus lados. Este ornamento simbólico era conocido como coatepantli y era similar, al que en una época posterior rodeó al Templo Mayor de Tenochtitlan, y finalmente, el Altar-Sepulcro, cuyo interior contaba en el pasado con pinturas murales, en cuyos fragmentos se observan cráneos y huesos cruzados.