En otro tiempo pujante centro minero y hoy en día atractivo turístico de gran encanto, el pueblo de El Oro, en el Estado de México, merece ser ponderado en su oferta de sitios interesantes y cautivadores. Las fisonomías de sus habitantes, la proyección de sus construcciones y las referencias históricas que han surgido en torno suyo, hacen más que notable a la pequeña comunidad de El Oro. Quien transita por sus calles y senderos, pareciera transportarse a otro tiempo, más sencillo y pintoresco.
Hace más de un siglo, habitaban este pueblo mexiquense personas procedentes de Alemania, China, Estados Unidos e Inglaterra y por ello, el lugar exhibía un ambiente cosmopolita. Por esta causa, junto con la Ciudad de México, fue de las primeras comunidades en recibir el servicio de energía eléctrica.
La explotación minera del lugar fue comenzada por los españoles y luego por los ingleses, al ser quienes hallaron vetas de plata y oro en la región. Esto fue lo que produjo un auténtico “boom”minero en El Oro. No tardaron en arribar inversionistas y emprendedores, interesados en adquirir terrenos para aprovechar la riqueza de tales minas. No es de extrañar, tal entusiasmo puesto que estas minas mexiquenses están consideradas todavía como las segundas más relevantes de su tipo, solo debajo de las minas de Transvaal en el continente africano. Como quiera que sea, en 1902, esta comunidad obtuvo la denominación de ciudad y el nombre oficial de El Oro de Hidalgo.
Tras varios años, la industria minera de El Oro declinó, principalmente por administraciones deficientes y a finales de la década de 1950 cerraron por completo las minas. En nuestros días, El Oro cuenta con aproximadamente 21 mil habitantes, dedicados muchos de ellos a la creación de artesanías, la docencia y actividades relacionadas con el turismo.
Qué visitar en El Oro
El Palacio Municipal de El Oro, inaugurado en 1910, combina con armonía el estilo neoclásico francés y el art noveau. Destaca en su pórtico la pintura “Génesis minero” del artista tapatío Manuel D’Rugama.
También interesante resulta el Teatro Juárez, el cual mandó erigir Porfirio Díaz en 1907, con el propósito de festejar los cien años de la Independencia de México. En los mejores momentos de este pueblo, en el Teatro Juárez se llegó a presentar María Conesa, Enrico Caruso y Ángela Peralta.
Otro atractivo turístico de este pueblo es el Vagón Express Minero. La firma Ferrocarriles Nacionales de México obsequió este carro a la comunidad, para que esta última lo concesionara a un particular. Es un carro ferroviario de 1940 que desde los inicios de la década del 2000 funciona como restaurante.
No obstante, tal vez la joya turística de El Oro, sea la Capilla de Santa María de Guadalupe. Y es que, si bien la mayoría de los habitantes del pueblo eran protestantes, se levantaron en el lugar, algunas notables construcciones católicas. La Capilla de Santa María de Guadalupe es la más hermosa de ellas: data de 1850 y en su interior se atesora y exhibe una preciosa Virgen adornada con incrustaciones de Oro.
Cómo llegar a El Oro
Partiendo desde la Ciudad de México, hay que tomar el Periférico con rumbo a Constituyentes. Justo en el entronque Reforma Constituyentes, se debe seguir con dirección a La Marquesa y luego la desviación a San Cayetano. tras pasar Ixtlahuaca y al arribar a Atlacomulco, en el entronque, hay que seguir la desviación que nos lleva a El Oro.
Información relevante acerca de El Oro
De acuerdo a lo que cuentan los lugareños, aún existe un sesenta por ciento de oro en las minas que rodean al pueblo. Por tal razón, no es de extrañar que recientemente una firma canadiense quiso explotar el sitio bajo concesión. El trato estriba que, si se encuentran metales serán explotados por estos empresarios canadienses. En caso contrario, la obra construida podrá ser aprovechada como atracción turística para beneficio del pueblo.
Actividades a realizar en El Oro
Tres sitios más que nadie se debe perder en una visita al pueblo de El Oro son: la Mina de Tiro Norte, el Museo del Ferrocarril y el Museo de Minería. En este último se documenta la historia de la comunidad y todo este acervo se ha colocado en un tiro de mina. Destacan las colecciones de fotografías de los principales yacimientos de la región.
EL ORO
Un sueño, El Oro,
de él me enamoro,
pasado de gloria,
leyenda e historia.
Lo quiero mirar,
verlo suspirar,
sentir todo alegre
su magia, su fiebre.
Filones de estrellas,
refulgentes, bellas,
Vía Láctea tesoro,
la luz de un meteoro.
Media luna llena,
preciosa, serena,
aro circundante,
brillo de diamante.
Voz del universo,
la paz y un verso,
su constelación,
mundana oración.
El astro se esconde,
que me diga en dónde,
no quiero perderlo,
ya no puedo verlo.
Preciosa mañana
sobre la montaña,
parajes cercanos,
aullidos lejanos.
Lindas las casonas,
amplias, juguetonas,
patios, jacarandas
con verdes bufandas.
Campana serena,
el alma no pena,
un llamado a misa,
la paz se eterniza.
Ensueño al viento,
cálido el aliento,
de seres humanos,
afines hermanos.
Arbol gigantesco
como te agradezco,
trinos de las aves,
grillos, cantos, claves.
Hermoso lucero,
milagro del cielo,
¡mi Dios, . . . he sentido
de, El Oro, el latido!
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
El Oro, Estado de México, a 10 de octubre del 2009
Dedicado a mi ahijada, la Señorita Noemí Gaytán Orozco
Reg. INDAUTOR 03-2010-032412383400-14
PALACIO MUNICIPAL DE EL ORO
“Salido de un cuento de hadas, de leyendas . . . endiosadas.”
El Oro se engalanó,
de “art nouveau” se vistió,
de cabeza hasta los pies,
en mil novecientos diez.
Venturoso, dos de octubre,
fortaleza, puertas abre,
edificación, fastuosa,
imponente, majestuosa.
Arquitecto, el más devoto,
Señor Roberto Cravioto,
le puso al pueblo el encanto,
diseñó . . . mágico manto.
Epoca de Don Porfirio,
antes de irse p’al exilio,
se inauguró magna obra,
en que la belleza . . . sobra.
Palacio Municipal
de El Oro, el principal,
contigo viajo a un pasado,
de clase, de arte olvidado.
Fachada, ¡qué ventanales!,
puertas, paso a los umbrales
del estilo más soñado,
de aquel buen gusto, añorado.
Arcos, mural tan lujoso,
pincel de un pintor, que gozo,
¡bravo!, Manuel de Rugama,
la historia, así, se amalgama.
Los versos se me hacen nudo,
luces campana, un escudo,
bóveda, muy catalana
que, a los techos, engalana.
Dignos de añejos castillos,
tus dos rojizos barquillos,
que reposan, boca abajo,
Cristo bendito los trajo.
Sus picos rasgan la nube,
blanca, de algodón, querube,
de mi mente no te alejas,
miro de lejos las tejas.
Te ves lindo, entre montañas,
testigos de tus hazañas;
Palacio, el más cordial
de nuestro Oro, celestial.
Salido de un cuento de hadas,
de leyendas endiosadas,
eres tan . . . caballeresco
que, admirándote, yo crezco.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
El Oro, Estado de México, a 02 de octubre del 2017
Dedicado a mi compadre, Noé Gaytán . . . .
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)