La sacristía es el sitio en donde los sacerdotes se ponen las prendas que requieren para oficiar misa y también en donde se guardan los objetos indispensables para realizar esta y otras ceremonias católicas. De acuerdo a ciertas visiones del Medioevo, la sacristía era símbolo del vientre de la Virgen, ya que, cada vez que el sacerdote ingresaba allí y se vestía con los sacros ornamentos, aludía directamente a la encarnación de Dios.
La sacristía de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México es una muestra de la última fase del arte gótico, a la cual se le denominó arte flamígero. Las bóvedas de esta sacristía fueron cerradas en 1623 y luego de dos años, desde el jueves de Corpus, allí se ofició la misa, en tanto se completaban los trabajos del resto de la Catedral.
La portada de la sacristía es de estilo herreriano y las puertas que tiene, colocadas en el transcurso de 1684 a 1688, están ornamentadas con símbolos alusivos a María. En cada uno de los recuadros labrados de estas puertas, aparece la Virgen en representaciones vinculadas a sus particulares virtudes: “lirio del valle”, “rosa mística”, “fuente de agua viva”, “puerta al cielo” y así hasta completar treinta símbolos.
Hermosas pinturas al oleo engalanan la estancia y sus autores fueron artistas que marcaron tendencia al culminar el siglo XVII y en los inicios de XVIII en la Nueva España: Cristóbal de Villalpando y Juan Correa. Por ejemplo, en el muro testero se puede admirar la composición titulada “La Iglesia Militante y La Iglesia Triunfante” de Cristóbal de Villalpando. Esta obra se única sobre un oratorio, en donde aparece un crucifijo de marfil elaborado en Filipinas en el siglo XVIII. Por lo que se refiere al oratorio, está realizado en madera de caoba y cuenta con sendos reclinatorios, creados por Miguel Ángel Soto a mediados de la década de 1950.
En el muro oriente, aparece otra pintura de gran belleza y relevancia iconográfica, “El triunfo de la Iglesia o de la Eucaristía” también del pincel de Villalpando. Es una obra monumental, en donde la iglesia aparece triunfante, venciendo al vicio, a la discordia y al odio. En lo que se refiere a las obras de Juan Correa, que existen en la sacristía de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, destacan dos de ellas, por su preciosa proyección y fino trazo:”Entrada de Jesús a Jerusalén” y sobre todo, “La Asunción y la Coronación de la Virgen”.