La península de Baja California resguarda muchos de los sitios menos poblados y más prístinos de México; por ello no es casual que ahí se encuentren las mayores reservas naturales del país, como es el caso del Valle de los Cirios, zona ideal para aventureros que desean aislarse de la frenética posmodernidad y sentir que la naturaleza aún reina sobre los artificios del ser humano.
Con una extensión de 2,521,776.05 ha, El Valle de los Cirios es una de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) más extensas y mejor conservadas de México, la segunda en extensión después de la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno.
El Valle de los Cirios, con 600 kilómetros de litoral, se expande entre el mar de Cortés y el océano Pacífico, siendo un verdadero deleite el contraste que ofrece entre el mar y el desierto. Es posible acampar en sus costas, que por lo general están limpias y muy solitarias, con hermosas y extensas playas, así como acantilados. Si se decide instalarse a un costado del Pacífico, es posible presenciar un mar violento y frío, pero en el golfo el agua es tibia y tranquila.
La característica peculiar de la región es la abundancia de cirios (Fouquieria columnaris), especie endémica, alta y recta, que alcanza una altura de hasta 15 metros e imprime una belleza única al paisaje.
Esta Área Natural Protegida es atravesada por la Carretera Transpeninsular, los poblados más importantes que hay en el Valle son Bahía de los Ángeles, Villa Jesús María, Santa Rosalillita, Nuevo Rosarito, Punta Prieta, Cataviñá y Morelos, desde ellos es posible iniciar la excursión.
Al ser una zona remota y de acceso medianamente complicado, es recomendable tomar las precauciones necesarias para disfrutar de la aventura: mapa, víveres y sobretodo, mucha agua.