Cristóbal de Villalpando fue un pintor novohispano que nació en 1645. Fue uno de los artistas más importantes del Virreinato y es habitual que quienes visiten destinos turísticos mexicanos, con muchos edificios sacros y arte religioso, se encuentren con alguna de sus bellas creaciones plásticas. Villalpando elaboró varias composiciones para la Catedral de la Ciudad de México y notables series de vidas de santos, por ejemplo, la Vida de San Francisco. De la autoría de Villalpando son los frescos que aparecen en la cúpula de la capilla de Los Reyes en la Catedral de Puebla.
Cuando se toca el tema del arte novohispano- de gran relevancia para el medio turístico-, surgen de inmediato los nombres de grandes pintores del siglo XVI en México. Tal es el caso, por ejemplo, de Juan Correa, Martín de Vos, Miguel Cabrera y por supuesto de Cristóbal de Villalpando. De entre este grupo de magníficos creativos que nacieron o destacaron en la Nueva España, Villalpando se distingue por ser uno de los más habilidosos y prolíficos.
Villalpando comenzó en la pintura, como muchos otros artistas de su tiempo: realizando copias de grabados- traídos en barco a América- de importantes creativos europeos. Este aprendizaje se hace patente en las pinturas de Villalpando, sobre todo, en la manera que maneja el color y las sombras, muy similar a la de Rubens. Se piensa que tuvo como maestro a Baltazar Echave y Rioja, aunque también se le vincula con Juan Correa. Como quiera que sea, pronto desarrolló Villalpando un estilo propio e inconfundible.
De acuerdo a las obras de las que se tienen registro, correspondientes a su autoría, las primeras que realizó están fechadas en 1675 y se encuentran en un retablo de Huaquechula, Puebla, en uno de los monasterios más antiguos y admirables de esta entidad del país. Villalpando, artista por encargo, también realizó una pintura en honor de Santa Rosa de Lima, para un templo de Azcapotzalco. Bellas creaciones del artista que les comentamos, adornan la Catedral de Puebla y la sacristía de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
Las últimas pinturas firmadas por Cristobal de Villalpando son de 1710 y fueron creadas para un colegio jesuita de Tepoztlán. Se trata de una célebre serie dedicada a la Vida de San Ignacio de Loyola. En 1714 falleció Villalpando, pero nunca se ha ido del todo, al habernos legado obras de gran belleza y motivadoras de un intenso fervor religioso.