Para mucha gente, Zacualpan es una escala indispensable en cada paseo por el Estado de México. Se dice que allí descansó el cuerpo de Cuauhtémoc antes de ser trasladado a Ixcateopan. Tal es una de las razones por las cuales es tan visitada la Capilla de San José, en donde se honra al Señor de los Cardenales. Pero, aunado a ello, además de este valioso legado histórico, Zacualpan brinda a los visitantes varios tesoros arquitectónicos de su esplendor minero, el cual duró más de cinco siglos. Una maestra de lo anterior la tenemos en el Monumento al Minero, motivo de orgullo para los habitantes de esta localidad.
Ubicado en el centro de un área montañosa, Zacualpan rebosa de templos y capillas. No es raro percibir en estas edificaciones, una gran influencia por parte de los religiosos agustinos. Tal característica, es patente en la fachada de la Parroquia de la Inmaculada Concepción, en cuya primera sección resulta la imagen de la Virgen María y en la segunda, diferentes patrones barrocos. El interior exhibe detalles neoclásicos bellamente conjuntados.
Otros edificios admirables del pueblo de Zacualpan son: la Presidencia Municipal, construcción de origen franciscano; el Hotel Real de Zacualpan, con su magnífica arquitectura novohispana, el Teatro Centenario, el cual abrió sus puertas en 1910 para colaborar los primeros cien años de la Independencia de México, y el acueducto decimonónico, verdadero emblema de la comunidad.
Las circunstancias geográficas de Zacualpan le han proporcionado varios atractivos más. Tal es el caso de sus célebres minas- los cuales son cuerpos de agua en donde hace mucho tiempo se extraían grandes cantidades de sal- así como también, montañas y peñascos, en donde se pueden desarrollar variadas actividades recreativas.
Por otra parte, antes de arribar a Zacualpan, siguiendo la carretera estatal número 10, se localiza el Rancho El Pedregal. En este sitio venden truchas deliciosas, las cuales pueden ser cocinadas de las maneras más variadas, en un restaurante del lugar. En el Rancho El Pedregal también hay cabañas y un encantador sendero para practicar el ciclismo. Estamos en los terrenos de Taxcaltitlán, comunidad que se engalana con la Iglesia de Santiago Apóstol, edificio con apariencia de fortaleza y con altos muros cantera oscura. El atrio de este templo tiene un cautivante jardín, en donde se respira un apacible ambiente. Las calles de Texcaltitlán son sinuosas y están cubiertas de piedras, las cuales contrastan en su aspereza con las flores que cuelgan de los balcones de las viviendas. La fuente principal del pueblo está realizada en cantera y data del siglo XIX.