Con más de 2 700 años de antigüedad, Cuicuilco es uno de los espacios más enigmáticos y fascinantes del sur de la Ciudad de México. Por un lado, la zona arqueológica contrasta por su vecindad con el cruce de dos de las principales avenidas capitalinas: Insurgentes y Periférico; y por otro, la zona misma nos invita a trasladar nuestras mentes a un pasado remoto y prácticamente olvidado por la historia.
Cuicuilco se edificó por los mismos años que, según refiere la mitología, se fundó la ciudad eterna: Roma, en el 763 AC). La antigua urbe prehispánica alcanzó una notable sofisticación cultural y entabló lazos comerciales importantes con otros centros urbanos distantes, como lo son Chupícuaro, en el actual Michoacán y Monte Albán, en Oaxaca.
Cuicuilco es la Pompeya mexicana, durante los primeros años de la era cristiana la ciudad fue sepultada por la lava del volcán Xitle, ahí quedó, en el olvido, y a pesar de su enorme valor arqueológico, los estudios han sido escasos y poco conocidos.
La pirámide de Cuicuilco es considerada la más antigua de América, ocupa actualmente el área central y más relevante de la zona arqueológica, se caracteriza por su forma circular y desde su pináculo es posible apreciar una hermosa vista de la Delegación Tlalpan, su bosque y la inmensidad de las montañas, dominadas por el volcán Ajusco.
El sitio arqueológico cuenta con un pequeño museo que explica con materiales rudimentarios y viejos la trascendencia histórica del ciudad, las características especulativas de los primeros habitantes del Valle de México y algunos artefactos encontrados en la excavaciones arqueológicas que han tenido lugar en Cuicuilco y sus alrededores.
Es un lugar muy recomendable para pasar una agradable atardecer. Es sencillo llegar a través del metrobus de la Av. Insurgentes y su entrada es libre.