Para aquel viajero que desea poner a prueba su resistencia física y quiera introducirse al bello mundo del alpinismo, el volcán La Malinche, con sus 4, 461 msnm, es una excelente reto de fin de semana, ya que conquistar su punta no implica muchos riesgos, más bien perseverancia y paciencia que quedará totalmente compensada al arribar a una de las vistas más bellas del México central. Su cima está en un sitio estratégico que permite avizorar hacia el este al gigantesco Pico de Orizaba, y al oeste los imponentes Iztaccíhuatl, Popocatépetl y al Nevado de Toluca.
Este volcán es el es el centro del Área Natural Protegida “La Malinche” de 45, 711 hectáreas, una de las pocas áreas boscosas conservadas del México central.
Conocer la Malinche implica una aventura accesible para personas de cualquier edad, es saludable y sencillo gracias a albergues y zonas de campamento que permiten descansar al viajero antes de emprender la conquista del volcán.
La mayor parte de esta superficie está cubierta por bosques de coníferas donde abundan pinos, encinos y zacatonales alpinos; aquí habitan más de 100 especies de mamíferos, aves y reptiles, de las cuales 16 son endémicas del Eje Neovolcánico, como el raro teporingo. En cuanto a la flora, hay 6 especies de pinos y 120 de plantas con flores que adornan los senderos. Entre sus atractivos está la cima, la barranca de San Juan y el antiguo cráter que muestra huellas del periodo glaciar.
Al ser el monumento natural más apreciable de Tlaxcala, el volcán ha estado sujeto a innumerables leyendas. La más famosa nos dice que hace muchos, pero muchos años, existía una doncella tlaxcalteca de nombre Matlalcuéyetl, la cual era prometida del guerrero Cuatlapanga. En cierta ocasión el guerrero partió a tierras lejanas en cumplimiento de una misión y al transcurrir el tiempo Matlalcuéyetl se sentía triste al pensar en su amado en las batallas; así transcurrió el tiempo y su amado no llegaba, después de mucho esperar murió de tristeza.Al terminar la misión encomendada Cuatlapanga llegó a buscarla, pero recibió la noticia que su amada había fallecido de tristeza y fue a llorar a los pies de su tumba y ahí quedo el guerrero convertido en cerro que lleva su nombre y Matlacuéyetl en el volcán.
Matlalcuéyetl es el nombre que los indígenas tlaxcaltecas daban al volcán pero, a la llegada de los españoles y en honor de una doncella que fue intérprete de los mismos de nombre Malitzin empezaron a nombrarlo así. La palabra Malinche resultó del modismo español de Malintzin.
Además de esta historia de amor muy semejante a la leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl, se dice que la Malinche, como toda mujer, es muy celosa, por lo que los varones no pueden llegar acompañados de una mujer hasta su cumbre. ¿Será…?