En el pequeño y cálido estado de Colima, definido por su exuberante naturaleza y su gran humedad, en los tiempos coloniales, abundaban recursos como el agua, la fruta, el ganado, etc. Era una región propicia para el cultivo del maíz, el algodón, el chile, el frijol, el arroz y la caña de azúcar.
Por este motivo, las haciendas de colima eran principalmente agrícolas. Hay registros históricos que acreditan la gran prosperidad que tuvieron las haciendas colimenses a lo largo del siglo XIX. Desde estas haciendas se llegaron a exportar productos como palmilla para escobas o limones, en cantidades considerables a todos los rumbos del país.
Tal y como sucedió en varias otras partes del país, las haciendas fueron abandonadas o desaparecieron durante el conflicto revolucionario en México.
Una de las haciendas más representativas de Colima, es la Hacienda de San Antonio. Los señores Vogel, de origen teutón, fueron quienes introdujeron el café en el territorio colimense. Fue en esta hacienda donde se cultivó café a gran escala, si bien en sus orígenes se trataba de una hacienda dedicada a la explotación de la caña de azúcar.
Tanta relevancia tuvo la producción de la Hacienda de San Antonio, que existen referencias de que su café era bebido en la casa imperial de Alemania y en lujoso hotel Waldorf Astoria de Nueva York.
Tras quedar abandonada, a principios de la década de 1980, un nuevo propietario decidió restaurar la construcción y gracias a ello, con el paso de los años se transformó en uno de los hoteles más prestigiosos del país. Tiene hermosos jardines, una magnífica vista del Nevado de Colima y el Volcán de Fuego, así como también una estupenda ubicación, cercana al Pueblo Mágico de Comala.