La posibilidad de observar la tierra desde las alturas, en 1783, era algo reservado solo a las aves. Tal privilegio fue alcanzado por los seres humanos finalmente en los últimos años del siglo XVIII en Francia. Pero “volar” es solo una manera de expresar esta práctica, la cual implicaba elevarse sobre el terreno: se había renunciado por completo a la idea de construir alas (como las de las aves) y en general, se había dejado de lado todo lo relacionado con la aerodinámica. La solución que se halló para el vuelo, en aquellos años, fue mucho más sencilla: la utilización de gases más ligeros que el aire. En cierto sentido, esto es más flotar que volar, pero a final de cuentas, los seres humanos por fin podían elevarse en las alturas y surcar el cielo.
Como cualquier otro descubrimiento o invento científico-tecnológico, el globo aerostático también tuvo sus antecedentes. En 1766, Henry Cavendish, llenó de hidrógeno una vejiga de animal. Curiosamente Cavendish halló que la vejiga pesaba menos, pero tomó esto como un mero fenómeno físico y nunca sospechó de la utilización aeronáutica de esta circunstancia. Fue hasta 1793 que los hermanos Jacques Etienne y Joseph Michel Montgolfier, crearon el globo aerostático, y se convirtieron en los pioneros en hallar un valor práctico a la flotabilidad, en su caso particular, utilizando aire caliente.
No obstante, el primer ser humano que emprendió un vuelo en globo, fue el físico francés Francois Pilatre de Rozier, junto con el marqués de Arlandés el 21 de noviembre de 1783. Pilatre efectuó varios vuelos cerca del Parí, en primera instancia a bordo de globos cautivos y después en globos de libre vuelo. Según la tradición, la idea del globo aerostático como medio de aprovechar la flotabilidad, la tuvo Joseph Montgolfier, cuando en una noche de 1782, mientras contemplaba su chimenea, observó el humo que ascendía. Entonces Montgolfier pidió a su ama de llaves una bolsa abierta por debajo. Acto seguido la sostuvo sobre el fuego y cuando la bolsa se llenó de aire caliente y humo, la liberó, observando cómo se elevaba hasta el techo.
Cuando los inventos de los hermanos Montgolfier llegaron a oídos del monarca Luis XVI, este último ordenó que se organizara una exhibición en Versalles. Para ello, se construyó un globo sumamente decorado y como tripulación de este, se dispuso de un pato, un gallo y una oveja. El vuelo de este globo duró 8 minutos y recorrió aproximadamente 2,400 metros. Los animales salieron ilesos de este experimento y de acuerdo a ello, se procedió a la construcción de un globo para transportar al hombre por los cielos.