En la región localizada entre la ciudad de Puebla y la Sierra Madre Occidental, el Altiplano exhibe un panorama rotundo, de elevaciones semiáridas y uniformes campos de cultivo. No obstante, esta zona también se constituye como una ocasión privilegiada para explorar las comunidades que allí se asientan. Existen tesoros de arte sacro, aguardando ser descubiertos y contemplados a plenitud. La carretera 150 y diferentes rutas vecinales son las vías para hallar estos pequeños pueblos y su gran patrimonio cultural.
Desde la ciudad de Puebla se recorren aproximadamente 17 kilómetros para llegar a Amozoc, célebre poblado por las admirables artesanías de plata y hierro que allí se trabajan. En Amozoc uno puede encontrar todos los aditamentos necesarios para la charrería, como es el caso de espuelas, botonaduras, hebillas, cachas de pistola, etc. De la misma manera, en Amozoc, se cultivan una valiosa cerámica y creaciones en barro.
Siguiendo más hacia el oriente, a unos 21 kilómetros de la población anterior, aparece Tepeaca, la famosa Segura de la Frontera, instaurada por Hernán Cortés. En Tepeaca resulta indispensable conocer el Ex Convento de San Francisco, construido a mediados del siglo XVI y también la extraña torre que se encuentra en la plaza de armas, nombrada popularmente como El Rollo y que posiblemente en tiempos novohispanos, fue utilizada a manera de picota y atalaya. Frente al Rollo destaca la Parroquia de San Francisco de Asís, en donde se celebra al Santo Niño Jesús Doctor de los Enfermos, llamado cariñosamente por los lugareños como el “Niño Doctorcito”.
Ahora bien, a 18 kilómetros con dirección poniente, nos encontramos con Acatzingo, comunidad con una enorme plaza de armas, enfrente de la cual se levanta la sobresaliente Parroquia de San Juan Evangelista, con su llamativo colorido exterior y hermosos oleos y retablos en el interior. En la parte izquierda de este noble edificio se levanta la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, edificada a comienzos del siglo XVIII. Se trata de una auténtica “Casa de Oro” por los radiantes retablos barrocos que la ornamentan. Algunas de las pinturas que atesora, fueron realizadas por el artista poblano Miguel Jerónimo de Zendejas y destacan por la extraordinaria calidad.
Explorar esta parte del estado, es una oportunidad única de disfrute estético y satisfacción turística, por el hecho de que muchas de las mejores construcciones sacras construidas en los siglos XVII y XVIII, se ubican en esta región del centro-oriente de Puebla.