Cada viajero posee un estilo propio para organizar su tiempo, desde aquellos que realizan un estricto plan de viaje que contempla horarios, reservaciones y tours prepagados, hasta aquellos aventureros que no se preocupan por el tiempo, no planifican nada en concreto y simplemente se dejan sorprender por lo novedoso y desconocido.
Viajar con un itinerario estricto o sin nada planificado puede tener sus ventajas y desventajas, ante tal situación lo mejor puede ser conjugar ambas posturas.
Si viajamos con un itinerario estricto o en un tour, podemos visitar puntualmente los sitios atractivos, tomarnos la foto y pasearnos brevemente hasta el momento de partir hacia el siguiente destino. Si tenemos poco tiempo es perfecto; sin embargo este modo de viajar nos vuelve mecánicos y nos aleja del contacto humano con la gente local.
Por otro lado, viajar sin nada planeado puede ser un reto divertido, pero corremos el riesgo de perder mucho tiempo en buscar dónde dormir y qué visitar. Caminar al azar puede generarnos sorpresas, pero también puede distanciarnos de sitios emblemáticos que, a la postre, nos causará arrepentimiento no haber visitado.
Si mezclamos ambas posturas podemos armar un viaje perfecto, bien organizado y flexible. Hoy Internet nos da, de forma inmediata, una noción general y actualizada de todo lugar. Vale la pena empaparnos con un wikipediazo, hacer una ruta tentativa en Google Maps y darnos el tiempo de conocer paso a paso las novedades que nos aguardan.