Conocer la evolución que ha tenido la actividad del buceo con el paso del tiempo, nos ayudará a valorar mejor la experiencia de sumergirnos en las profundidades de las ríos, lagos y mares. El buceo moderno es muy diferente al que se practicaba hace varios siglos, si bien, comparten algunos aspectos esenciales que vale la pena conocer. ¿Cuándo comenzó el buceo moderno? ¿Cuáles ha sido los eventos de mayor importancia para comprender el desarrollo que ha tenido el buceo con el transcurrir de los siglos? ¿Es relevante en realidad saber de la historia del buceo moderno? A responder estas cuestiones y otras similares, dedicaremos el siguiente artículo.
Desde mediados del siglo XVIII comenzaron a darse los hallazgos e inventos que le darían a los buzos las facilidades para sumergirse durante más tiempo y a una mayor profundidad. Fue en ese entonces que aparecieron las campanas de buceo. A Augustus Siebe, muchos lo conocen como el “Padre del Buceo Moderno”, ya que redujo las primeras campanas de buceo hasta transformarlo en un casco que recibía aire desde una bomba localizada en la superficie.
En el año de 1860, un marino francés, Auguste Denayrouze, en colaboración con Benedict Rouquayrol, construyeron un aparato aún más ligero que la escafandra de un buzo. Este invento incluía una escafandra de buzo que incluía un depósito de metal, con aire a 30 o 40 atmósferas de presión, además de un rudimentario regulador y una manguera por donde se bombeaba aire desde la superficie. A este aparato se le conocía como el “aeróforo”.
Ya en el siglo XX, se desarrollan varios de los complementos indispensables para el buceo moderno, como las aletas, el tubo respirador y la máscara que protege la nariz y los ojos. En 1933, el francés Le Prier patentó la escafandra y en 1943, el explorador Jacques Cousteau, con la colaboración de Emile Gagnan, diseñaron la escafandra autónoma.
Este último desarrollo incluía un regulador que proporcionaba al buzo aire a presión ambiente, el cual antes se hallaba comprimido en grandes botellas. El sistema de Cousteau-Gagnan, ofrecía la oportunidad de descender a profundidades nunca antes exploradas por el ser humano y con un sistema de respiración bastante eficaz. Desde este punto, los adelantos en la comprensión de la fisiología y la técnica que posibilitan al ser humano respirar mezclas gaseosas nos han ayudado a descender hasta profundidades de 400 metros.