Desde las afueras de la bella ciudad colonial de Guanajuato, destaca el templo barroco de San Cayetano de la Valenciana, en el cual es posible apreciar una de las expresiones artísticas más exquisitas del arte sacro novohispano.
El templo fue un regalo de Don Antonio de Obregón y Alcocer, quien de esta manera agradecía la grandiosa riqueza minera de plata encontrada en su yacimiento situado en la falda de la colina.
Esta joya arquitectónica guanajuatense construida en 1788 destaca por su estilo barroco churrigueresco y cantera rosa. Son sin duda sus tres retablos suntuosos, cubiertos de oro laminado, el rasgo más llamativo del interior, ya que en ellos se representa un extraordinario sincretismo entre la iconografía europea y americana.
San Cayetano, patrono del templo, fue un destacado defensor de los desposeídos en Italia, fue el fundador de la orden Teatina y se le considera protector de los apostadores y los desempleados.
Cuando se construyó el templo Antonio de Obregón y Alcocer contaba con 48 años y su fortuna era tal que, según se decía en la época, el 50% de la plata que circulaba en el mundo provenía de la Valenciana. La construcción de este templo le valió ser nombrado Conde de la Valenciana y Vizconde de la Mina por Carlos III.
Vale la pena destacar la hermosa vista que se tiene desde el templo de San Cayetano, desde donde es posible apreciar las montañas y parte de la ciudad de Guanajuato.