En la ciudad de Querétaro, en 1810, Josefa Ortiz de Domínguez, consorte del corregidor local, en cuanto fue descubierta la conspiración que organizaba junto con otras personas, en contra de la corona española, hizo avisar al cura Miguel Hidalgo los planes que se habían proyectado para neutralizarla. Fue eso lo que decidió al cura insurgente